Londres, contrariamente a lo que se piensa, no es un amasijo de hierro, hormigón y ladrillo ni esos grandes edificios de elegantes fachadas y opulentas ornamentaciones.
Al menos no en su gran parte.
Londres es miles de millones de pequeñas y diminutas Londres. Y todas ellas volátiles y cambiantes. A medida que te alejas del centro la altura de los edificios va decreciendo, las calles se vuelven más estrechas y el verde... ¡oh, el verde comienza a asomar por todas partes!. Y no me malinterpretéis, el centro de Londres tiene maravillosos pulmones, pero nada que ver con la vida que, como bien dijera el doctor Ian Malcolm, se abre camino más allá. Aunque he de reconocer que para nosotros los Homo Sapiens Sapiens es una vida líquida y desarraigada; conozco casos de irlandeses que compraron su casa en un barrio porque allí era donde sus compatriotas estaban afincados y hoy en día, menos de diez años después, son los únicos blancos de su calle y, si me apuras, de la manzana.
Apenas he conocido un puñado de personas que consideren Londres como su hogar, la mayoría son como aves migratorias con fantásticas historias de partes lejanas y no tan lejanas del mundo, de proyectos, ideas y devenires más allá del aquí y ahora. Esto es quizás una de las cosas que más me llaman la atención; como una ciudad de ensordecedor individualismo, de ritmo febbrile y feroz competitividad está plagada de soñadores.
Londres te fagocita cual ameba, te sumerge en un estado de enajenación sin dar tiempo a la reflexión y, con eso y con todo, sigues soñando. Por un trabajo mejor, una casa mejor, un ocio mejor, hasta una alimentación mejor. Y creo que la clave precisamente está en el desarraigo y ese el ritmo vertiginoso. No te da tiempo sentarse cómodo y ver la vida pasar, Londres está siempre en movimiento y eso empuja a las personas a hacer lo mismo, muchas veces sin apenas miramientos. Aquí he conocido muchos soñadores ombliguistas y parece que la propia ciudad muchas veces te empuja para que te conviertas en eso.
Dentro de las miles de Londres que existen esta es tan sólo una ellas que es tan subjetiva como mis propias vivencias en un espacio de poco más de medio año. Otras muchas Londres existen, tantas como comunidades conviven en ella porque si hay algo que distingue a esta ciudad es que, quizás por sus dimensiones y su abrumadora diversidad (algo que a mí me encanta), las personas tienden a buscar a sus semejantes para reafirmarse en su propia identidad.
Si vamos a Southwark encontraremos la mayor concentración de etnia negra de procedencia africana, especialmente de Nigeria y Ghana, en Croydon de etnia negra caribeña, especialmente de Jamaica. Lambert tiene la mayor concentración de población negra en general de Londres aunque también se encuentran importantes comunidades en Hackney, Greenwich y Enfield.
La población de etnia asiática también se divide por varias partes de la ciudad; Harrow tiene la mayor concentración de población procedente de India, Redbridge de Pakistán y Tower Hamlets de Bangladesh con importantes asentamientos en Bethnal Green y Whitechapel, especialmente alrededor de Brick Lane y la población de procedencia Japonesa se concentra mayoritariamente en el norte y el oeste de Londres. Con esto y con todo la zona con mayor población de etnia asiática de la cuidad en general está Newham.
¿Y por dónde andamos los españoles? Para empezar hoy en día por todas partes y no exagero pero las zonas que siempre han estado tradicionalmente ligadas a esta comunidad son la de Bristol y Notting Hill, especialmente en los alrededores de Portobello Road ya que allí se encuentra el colegio español Vicente Cañada Blanch.
No sólo según etnias se divide Londres, también según culto religioso. Con una predominante mayoría Cristiana (tan sólo en el centro, llamado la City, hay más de 50 iglesias), especialmente Anglicana Londres también da cobijo a otras religiones tales como el Islam, Hinduismo, Judaísmo con importantes comunidades en Stamford Hill y Golders Green o el Sijismo con el templo más grande de Europa en Southall. Llama la atención también el alto porcentaje de habitantes que no profesa religión alguna.
Para saber un poco más sobre este tema aquí dejo un par de enlaces para empezar;
Shakespeare en su obra "The Merry Wives of Windsor" acuñaba la frase "Why then the world's mine oyster/Which I with sword will open". Traducido libremente resultaría "El mundo es mi ostra, la cual yo con mi espada abriré". Shakespeare quería decir con esto que todo es posible, la voluntad es tu espada que debes blandir para llegar allí donde te lo propongas porque el mundo es tuyo y está a tu pies. Si Londres es casi que el mundo representado a pequeña escala no se me ocurre un nombre más apropiado para el abono transporte que Oyster Card, aunque eso signifique que mi espada sea la cartera y no veas a veces como cuesta desenfundar viendo las tarifas que se gastan.
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